Contestó que extraordinaria, pero que se había dado cuenta de que no era absolutamente nadie, solo el hijo de Adela. Doctrina de ciencia y también inteligencia | ha condensado en este libro | Jesús, hijo de Sira, hijo de Eleazar, de Jerusalén, | que de su corazón derramó sabiduría a raudales. Todos los hijos de Aarón en su esplendor, | con la ofrenda del Señor en sus manos, | estaban en presencia de toda la asamblea de Israel. En el momento en que recibía las porciones de las víctimas | de manos de los curas, | él mismo de pie al lado del fuego del altar, | cubierto de una corona de hermanos, | como retoños de cedro en el Líbano | o como tallos de palmera engarzados. Ni nació nunca hombre alguno como José, | guía de sus hermanos, acompañamiento de su pueblo; | cuyos huesos fueron venerados.
Por amor al dinero muchos han pecado, | y el que quiere enriquecerse desvía la mirada. Sol que sale por las alturas del Señor | es la hermosura de la mujer buena en su casa bien ordenada. La mujer discreta es un don del Señor, | la mujer bien educada no posee precio. El atractivo de la mujer agrada a su marido, | y su ciencia lo conforta. Yugo de bueyes mal configurado es la mujer maligna; | estimar dominarla es como agarrar un escorpión.
En el momento en que se terminen los días de tu vida, | en el momento de la desaparición, reparte tu herencia. Mientras vivas y no te falte el aliento, | no te entregues a cargo de otro. Mira, pues, todas las proyectos del Altísimo, | de dos en dos, una en frente de otra. Como la arcilla en manos de alfarero, | que la modela según su intención, | así los humanos en manos de su Hacedor, | que da a cada uno de ellos según su método.
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A varios ha sacudido la lengua calumniadora, | y los ha dispersado de nación en nación; | ha asolado ciudades fuertes | y ha arruinado familias de príncipes. El pecador enzarza a los amigos, | siembra discordia entre aquéllos que están en paz. Perdona la ofensa a tu prójimo | y, cuando reces, tus pecados te van a ser perdonados.
De súbito se escucha el resoplido de la locomotora, que con su silbato comunica el avance llevado por los raíles a los umbrales donde se detuvo Manco Capac. En estas llanuras inconmensurables serpentea a las veces el rayo que, terrorífico, transporta en cintas de fuego la destrucción a la cabaña, o la muerte al ganado, que escapa despavorido en pues de cobijo escondido. En seguida fue personalmente adonde el juez de primera instancia que debía accionar en la causa, y se puso al charla con diferentes personas. Semejantes fueron las palabras que se modificaron, veloces unas, expresivas otras. Pero los esposos Marín, solícitos y buenos también el sepulcro de Juan y Marcela, hicieron poner una cruz de piedra blanca.
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En la desgracia se alarga la pena, | la vida del pobre le inquieta el corazón. Si en su lengua hay bondad y tiernicidad, | su marido por el momento no es como los demás hombres. El paladar distingue la carne de caza, | y el corazón inteligente las palabras mentirosas. Por amor a la ley, acoge al indigente, | y según su necesidad no lo despidas con las manos vacías. Corazón abatido, rostro sombrío | y herida del corazón es la mujer maligna. | Manos caídas y rodillas vacilantes | es la mujer que no hace feliz a su marido.
Entré muy mal porque había pasado por instantes muy duros en dos años y medio de hospitales, pero en la capilla empecé a tranquilizarme y en el momento en que salí se acabaron los lloros y las amarguras. He luchado para conseguirla, | he sido diligente en entrenar la ley, | he tendido mis manos hacia el cielo, | lamentado lo que ignoraba de ella. Entonces él bajaba y elevaba las manos | sobre toda la asamblea de los hijos de Israel, | para pronunciar con sus labios la bendición del Señor | y tener el honor de invocar su nombre. A pesar de todo, el pueblo no se arrepintió, | ni se apartaron de sus pecados, | hasta el momento en que fueron deportados de su tierra | y dispersados por el mundo entero. Por sus acciones daba gracias | al Altísimo, el Santo, proclamando su gloria.
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Sean ricos o pobres, su corazón va a estar contento | y van a llevar siempre la alegría en el rostro. Mujer valerosa es la alegría de su marido, | él vivirá en paz cada año de su vida. Yo soy la madre del amor hermoso y del temor, | del conocimiento y de la santa esperanza, | me doy a todos mis hijos, | seleccionados por él desde la eternidad. Primero, ha desobedecido la ley del Altísimo; | segundo, ha faltado a su marido; | tercero, se ha prostituido con adulterio | y le ha dado hijos de un extraño. Solo teme los ojos de los humanos, | y no sabe que los ojos del Señor | son diez mil ocasiones mucho más brillantes que el sol, | observan todos y cada uno de los caminos de los humanos, | y penetran hasta los rincones mucho más ocultos.
Si él se desvía, lo abandonará | y lo dejará a la merced de su propia ruina. El que la consigue heredará la gloria | y adondequiera que vaya, el Señor lo bendecirá. Arranca al oprimido de la mano del opresor, | y no seas enclenque en el momento en que hagas justicia. Hijo, no prives al pobre del sustento, | ni seas insensible a los ojos implorantes.
Desde joven, antes de viajar por el mundo, | procuré francamente la sabiduría en la oración. Y desde la tierra elevé mi plegaria, | rogué ser librado de la muerte. Entonces me acordé, Señor, de tu misericordia | y de tus proyectos que son desde hace tiempo, | de que tú sostienes a los que aguardan en ti | y los salvas de la mano de los enemigos. Y si las pone en práctica, en todo va a ser fuerte, | pues la luz del Señor iluminará su sendero; | y a los que tienen piedad dio sabiduría.
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En la tribulación el Señor se acordará de ti, | como el hielo frente al calor de esta forma se diluirán tus pecados. No te gloríes en la deshonra de tu padre, | ya que su deshonra no es para ti motivo de gloria. Honra a tu padre de palabra y obra, | a fin de que su bendición llegue hasta ti.